Pronóstico de la Dirección Nacional de Meteorología para hoy en zona centro-sur y este del país: fresco a templado con cielo nuboso y cubierto. Lluvias y lloviznas aisladas con mejoras temporarias; baja probabilidad de tormentas.
Sí, llueve. ¿Y qué?
A mí me gusta que llueva para pasearme con mi paraguas rojo desentonando con la gris ciudad.
Ya no es divertido mojarnos con los charcos porque la rutina vuelve aquello que en el fondo de nuestras almas es profundamente divertido algo digno de una puteada de monja.
Ya no nos sentimos tan cómodos con el calzado como cuando estábamos en la escuela y usábamos botas azul moña o amarillo constructor con motivos tan divertidos como el rostro del Pájaro Loco -como aquellas que conservé en mi feliz y encantador ropero incluso cuando se volvieron inútiles con unos talles menos que mis pies-. Y en ese entorno lluvioso no salíamos al patio, pero jugábamos dentro de la clase mientras sentíamos el inolvidable aroma a humedad fértil de la tierra. Y nos divertía ver a través de la ventana empañada de nuestros alientos cómo se formaban burbujitas en los charcos cuando eran imprevistamente perturbados por una gota invasora que les hacía coquillas.
Pero el impermeable... ¡ese sí que era infame! ¿A quién le puede resultar cómodo lucir tan ridículo como carpa de castor cascarrabia?
Sí, llueve. ¿Y qué?
A mí me gusta que llueva para pasearme con mi paraguas rojo desentonando con la gris ciudad.
Ya no es divertido mojarnos con los charcos porque la rutina vuelve aquello que en el fondo de nuestras almas es profundamente divertido algo digno de una puteada de monja.
Ya no nos sentimos tan cómodos con el calzado como cuando estábamos en la escuela y usábamos botas azul moña o amarillo constructor con motivos tan divertidos como el rostro del Pájaro Loco -como aquellas que conservé en mi feliz y encantador ropero incluso cuando se volvieron inútiles con unos talles menos que mis pies-. Y en ese entorno lluvioso no salíamos al patio, pero jugábamos dentro de la clase mientras sentíamos el inolvidable aroma a humedad fértil de la tierra. Y nos divertía ver a través de la ventana empañada de nuestros alientos cómo se formaban burbujitas en los charcos cuando eran imprevistamente perturbados por una gota invasora que les hacía coquillas.
Pero el impermeable... ¡ese sí que era infame! ¿A quién le puede resultar cómodo lucir tan ridículo como carpa de castor cascarrabia?
2 comentarios:
Las botas que usaba en la escuela eran las amarillas, que tenían mas onda que las azules. El paraguas lo uso poco, es como que me da rabia cargar con esa porquería. Eso si, cuando lo uso, es negro y agreta como buen uruguayo.
Justo hoy volvía con mi sobri del jardín, y justo también reparé en sus botas azules con guarda amarilla, y su cordón pertinente encima. Mientras él jugaba en los charcos yo los eludía... los zapatos modernos de ahora, del todo por dos pesos, lucen muy lindos pero caminar sobre ellos es peor que ir descalzos. Mejor no probar cómo responden frente a tal desafío. Cami me contó además que tenía paraguas, dos, pero no los había llevado. Uno azul y el otro de Bob Esponja. A mi no me gustan los paraguas. Además me gusta mojarme, por lo menos lo prefiero cuando la lluvia es poco más que garúa, tampoco pescar resfirados por hobby. Pero cómo me hubiera gustado tener uno de Bob, o de Spider...
AH! sigo jugando a Dalí en los vidrios empañados, me encanta. Y también de grande se puede disfrutar de esos charcos perturbados por la gota invasora, no?... me veo frente a la ventana de mi casa de verano, sentada en esos sillones medio mundo, y mirando...
Saludos de una sivergüenza ;-)
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