jueves, 10 de mayo de 2007

Movimiento anti-menguante

Lo siento, pero llegó el momento de mi venganza. No, desde acá arriba no se ven las cosas tan diferentes. Bueno, quizás sí veo desde una mejor perspectiva los recitales de la Bersuit. Pero el estado del tiempo es el mismo, no hace más frío. No nieva ni hay ventizcas.

Ser más alta que el promedio de las uruguayas ha dejado de ser un problema para mí. Basta de aquello de "rascacielos" o "jirafa". Llegó el día en que ser extremadamente alta tiene sentido. Está muy de moda, es muy chic. Todo este dilema reflexivo surgió cuando abrí la caja llena de álbumes de fotos que guarda mi vieja en el rack del estar diario. Ahí, por debajo de los abrigos y otros envoltorios invernales. Entonces me encontré con una foto muy reveladora. Yo: 11 años... "fiestita de graduación de primaria"... niña de 1,65 metros de altura. ¡Vértigo! Ese año batía los récords: había logrado ser más alta que la maestra.

Pero a pesar de que en su momento era bastante irritante esperar a que todos los compañeritos armaran la fila para poder ubicarme como cereza del postre en el último lugar, hoy puedo decir con una gran sonrisa gigantona burlona y vengativa que es brillante esto de ser alta. Ya no me afecta tener que inclinarme ante su presencia para saludarlos. Es el momento en que ustedes sienten ese tironcito al estirarse para saludarme. ESTOY AGRANDADA.

Antes los pantalones me quedaban cortos y mi madre me tenía que hacer los "falsos dobladillos" para que me quedaran cómodamente abrigados mis tobillos. Ninguna de mis mejores amigas podía intercambiar ropa conmigo en la época de los cumpleaños de 15, ya que ellas medían 25 cm menos que yo de estatura. Los zapatos eran otro problema... recordemos que no sólo debía comprarlos (como hasta el día de hoy) del número 40, sino que además estaban muy de moda los tacos altos de tipo plataforma. Evidentemente, no tenía chances de bailar en pareja con mis compañeritos del sexo opuesto ya que aún no habían pegado el estirón y les sacaba media cabeza... cero atracción (soy Alice, no Blancanieves). Tan sólo debía esperar a que ellos cumplieran los 17 mientras yo seguía haciendo el pasito de Mayonesa en ronda con mi escalón inferior de amigas. ¡No crean que no me divertía! Pero bueno... tenía una perspectiva más panorámica del salón que los demás y eso me hacía sentir un tanto "diferente".

Lo que parece ser muy entretenido hoy, seis años después, son los comentarios de las mujeres:
- Las botas que se usan por fuera de los jeans son para mujeres altas, con piernas largas.
- Los pantalones son muy largos, se rompen todos, me los piso. ¿Tengo las piernas muy cortas o son muy largos?
- Los buzos que son largos hasta la cadera nos quedan mal a las que somos bajitas.
- (melancólicamente) Ahora se usan las "chatitas" para andar...

Pues bien, lo siento mucho: hoy la moda se acordó un poco de nosotras, las subnormales de más de 1,75 de estatura. Brindo porque los diseñadores sigan con esta moda que me sienta tan bien.

(No digan que no los conmoví con este cuento de hadas...)

5 comentarios:

FILOTOPIA dijo...

Vamos arriba! El pueblo de los bajitos te admiraremos desde nuestra carencia de centímetros. Ojalá que siga evolucionando el imaginario colectivo y volvamos también al cánon de belleza de la Venus de Milán, así nos atragantaremos a gusto.

felipe dijo...

Una vez más, otra entrada muy interesante... y muy constructiva para todos.
Felicitaciones.

Alice in Wonderland dijo...

Gracias, Felipe, por seguir alimentando a este blog con tus ironías. Me fascinan (a pesar de su chatura). Lástima que están motivadas por un rencor infantilista.

felipe dijo...

De nada, mi querida alice... Me alegro igualmente que te fascinen. Intentaré seguir con mi espiritu infantilista para no defraudarte.

Alice in Wonderland dijo...

¡Otra ironía! ¡Puntos para Felipe! Desde luego, nunca te tomé REALMENTE en serio... de modo que no habrá lugar a decepciones. Take it easy.